El amor como herramienta de poder

Un día como el 14 de febrero, día de los enamorados y casi sin buscarlo, yo, Jamila El Mahi, me encuentro reflexionando sobre los distintos tipos de amores que tenemos a lo largo de nuestras vidas; esos amores tan diferentes unos de otros pero que nos mueven cada una de las fibras del corazón.

Eros, ese amor pasional, impulsivo, erótico, que llega a nuestras vidas como un huracán desordenándolo todo, algunas veces para quedarse y otras tantas para esfumarse junto al deseo eterno que prometía.

Philio, y el amor incondicional, único y duradero. Ese amor fuerte, fraternal y sin límites que sentimos hacia nuestros hijos y que no se modificará a pesar de las vicisitudes de la vida.

Ágape siendo ese amor desinteresado y puro, por el que daríamos todo en busca del bienestar de cualquier ser.

Y aunque en la Antigua Grecia no le hayan dado la importancia que merece, no quiero olvidarme del amor propio; ¿por qué no? ese amor que siento hacia mí misma, el que hace de mí una mujer segura, capaz de luchar por mis convicciones e ideales, sabiendo que cuento con las herramientas para alcanzar las metas que me proponga en la vida.

Me emociona pensar en la fuerza del amor y todo lo que es capaz de generar, incluso la oxitocina, que es la hormona del amor y del encuentro, que nos induce a crear vínculos de afecto y a reforzar lazos.

Cuando vibramos en la frecuencia del amor atraemos lo mejor para nosotros, incluyendo relaciones sanas y personas que llegan a nuestras vidas para enriquecerlas y enriquecer a su vez las suyas, pudiendo compartir los sentimientos más puros del alma. Cuando hacemos las cosas con amor, hasta las pequeñas acciones impactan de manera positiva en la vida de los demás. Y eso no es algo menor: está comprobado que el amor cura y disipa las tristezas, mientras que la falta del mismo nos enferma e impacta sobre nuestro sistema inmunológico; al sentirnos amados, cuidados y valorados increíblemente nuestras defensas se refuerzan.

Eso demuestra la importancia de vivir rodeados de amor y de cuidar el amor propio, querernos y consentirnos; dedicarnos tiempo para realizar cosas que realmente disfrutamos, cuidar de nuestro cuerpo y mente, arreglarnos para vernos bien.

Regalarse una joya a uno mismo es un acto de amor propio, las joyas pueden hacerte sentir bien y cuando la veas morando sobre tu piel te harán recordar lo que vales y mereces. Estoy convencida de que estas cositas son un lujo que deberíamos usar a diario y no solamente en determinadas ocasiones, porque al fin de cuentas cada día es único, especial y digno de festejo. Este 14 de febrero me he regalado unos pendientes de Lapizlazuli, que en cada uso reafirme el amor que siento hacia mí.

Para el día de los enamorados, propongo celebrar todos los tipos de amor: el amor de pareja, entre padres e hijos, entre amigos, entre hermanos y el amor propio. Regalar una joya a un ser querido o a uno mismo, simboliza estas tres definiciones de amor mitológicas: Eros, Philio y Ágape. Será entonces la muestra de amor y afecto de buen gusto, pero sobre todo de valor. Este tipo de joyas trascenderán en el tiempo, relucirán como el oro más brillante que reflejará los sentimientos del alma y el corazón de nosotros por nuestros seres amados.

El amor es el motor de la vida, es aquella energía que nos motiva y nos impulsa a ser mejores y merece ser celebrado en todas sus formas.